VIVENCIAS DE UN TRIMESTRE
No calzo
zapatos nuevos, pero intento abrillantarlos, cepillarlos y cuidarlos para que
me duren mucho tiempo.
Esta es una
reflexión que he hecho estos días al realizar mi propia valoración de un
trimestre vivido como tutora en este Centro.
Lo que
escribo a continuación, lo hago para reflexionar en voz alta momentos de mi
vida profesional. Siempre había sentido esta necesidad de escribirla y
compartirla, hasta hoy que me he lanzado. No quiero ser presuntuosa,
simplemente decir en voz alta lo que siento; nada más.
Procuro siempre entre mis
alumnos/as y yo, establecer una relación educativa afectiva y efectiva que
facilite la comprensión de “ uno mismo”, del “ mundo social” y del “ mundo
cultural ”.También que mis prácticas educativas sigan una conexión personal
entre lo que hago y lo que digo, lo que vivo. Para todo ello utilizo un
proceder lo más creativo posible, que me lleva a realizar otras actividades no
programadas, que no se pueden definir como fórmulas metodológicas.
Cuando me arriesgo en busca de
algo nuevo, recuerdo “ el hacer ” de otros profesionales y lo vivo no como una
tarea solitaria, sino compartida.
Mi frase favorita “ir a gusto a
la escuela ”. Mi experiencia de haber trabajado en un contexto desfavorecido,
con alumnado conflictivo y en situaciones precarias no quiere decir que “ ir a
gusto a la escuela ” sea ninguna impostura, pues no trato de negar o rechazar
la inquietud, el desasosiego, la duda o el temor que se pueda experimentar ante
situaciones escolares complicadas; se trata más bien de resaltar el modo en que
vivo e intento hacer vivir la escuela como experiencia de iniciación y apertura
al mundo.
Siento la preocupación profunda
de mantener vivo en mis alumnos/as el deseo de aprender. Eso para mi significa
salir de la lógica dominante que separa la escuela y la vida e intentar ayudar
a mis alumnos/as a descubrir algo nuevo, o una nueva forma de mirar y leer la
realidad.
Para mi, educar es ayudar a “
llegar ser ” y por eso, enseñar no es sólo enseñar cosas sino ser capaz de
sacar del otro lo mejor que tiene. Pero soy muy consciente y lo digo siempre
que lo saca “él” o “ella ” yo sólo hago posible que lo saque.
Constato día a día que ser
maestra no es sólo un modo de ganarme la vida, ni es sólo un conjunto de reglas
y estrategias de enseñanza.
A veces cuando me vence el
cansancio porque existen limitaciones, intento salir de la queja y el lamento y
recuperar el sentido humano de lo que significa “ educar ”, no busco grandes
argumentos.
Siempre necesito y practico una
continua reflexión y para ello reivindico la “ conversación ” como una práctica
para entrar en relación con la otra, el otro y conmigo misma.
Hay momentos en que vivo la
práctica pedagógica con mucho desorden y confundo lo urgente con lo necesario.
La práctica de conversar me
permite “ cuidar ” la posibilidad de poner en juego lo que hago o lo que me
preocupa y de buscar sentidos de verdad en aquello que “ me pasa ”. Además la
práctica de conversar “ potencia” el mantener abiertas las preguntas y el deseo
de nutrir la búsqueda. Porque hay una diferencia entre tener una mochila llena
de estrategias y recursos didácticos y
creer que se tienen todas las preguntas contestadas
Para mi y pensando en mis
alumnos/as ( en todos y cada uno ), la práctica socializadora de la escuela es
una experiencia importante, como lo es “ hacer de los problemas ” y “ las necesidades ” proyectos de trabajo .Es
el amor a la pregunta, lo que pongo de relieve en mi aula, porque la pregunta
nos invita a pensar y nos ayuda a comprender. Para esto siempre me falta
tiempo.
He aprendido a aprovechar la “
circunstancia ”, a dejarme tocar por la curiosidad, por el deseo o las
propuestas que traen mis alumnos/as o compañeros de apoyo.
El último día del trimestre y
celebrando la Navidad ,
los padres me obsequiaron con un regalo. Me puse a llorar como una niña
pequeña. Era un cúmulo de muchas
vivencias que se me unieron en esos momentos y que no fui capaz de expresarlas
de otra forma.
Los padres
somos o pretendemos serlo, transmisores
de felicidad y eso lo han logrado los padres de mi tutoría. Os lo agradezco.
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